Del patrimonio defensivo, Logroño guarda restos de la muralla (s. XVI y XVII) conservando en muy buen estado el tramo noroccidental del recinto fortificado.
Forman parte de este tramo la Puerta del Camino y el Cubo de Revellín.
El emblemático Cubo de Revellín es un torreón recompensa que recibieron los logroñeses de Carlos V, que agradecía de esta forma la victoria ante el asalto del ejército franconavarro en 1521.
La Puerta del Camino (Puerta del Revellín) se trata de una obra posterior a la muralla, siendo terminada hacia 1524, seguramente construida al mismo tiempo que los puentes que cruzan el foso, hasta ahora ocultos.
Sobre la puerta se puede contemplar el águila bicéfala de Carlos I de España junto a dos escudos de Logroño con las tres flores de lis concedidas por el monarca a la ciudad en 1523, por la defensa del asedio de las tropas francesas dos años antes.
Durante las fiestas de San Bernabé, la cofradía del Pez obsequia a los ciudadanos con una ración de peces, recordando el sitio al que estuvo sometido Logroño por el ejército francés en el año 1521 y que aguantaron los habitantes alimentándose con peces del río Ebro.