Unos vienen buscando la majestuosidad de la parte montañosa del valle, con picos como el Cebollera, Castillo de Vinuesa, Terrazas o el Serradero. Otros, la originalidad del único espacio natural riojano que tiene la distinción de parque natural, la Sierra de Cebollera.
Pero también hay quien llega a los Cameros Nuevos sin guión y simplemente viene para dejarse sorprender por lo que depare el camino que va abriendo a su paso el Iregua, un afluente del Ebro que nace en esta espectacular sierra proporcionando al valle su verdadera personalidad.
Técnicamente, el río Iregua nace junto a Villoslada de Cameros, una de las 13 Villas que se unieron en mancomunidad y que, como toda la sierra de Cameros, tiene fama de pueblo aguerrido y valiente. Ahora, Villoslada de Cameros es un paraíso para la desconexión que enamora a sus visitantes por su paseo del Espolón y su arquitectura serrana. Hace tiempo, muchos de quienes vivían allí se dedicaban a tejer paños reales, y llegó a haber hasta 40 telares. Se convirtieron en profesionales tan indispensables que incluso estaban exentos de ir a milicias para trabajar en estas fábricas.
Hoy, su extraordinario entorno natural, donde pasta un buen número de vacas, ovejas, cabras y yeguas, es un reclamo al que resulta difícil resistirse. Son el escenario perfecto para entender mejor la experiencia del turismo rural con Ascarioja. Estamos en terrenos públicos de carácter comunal, y también tierras bien conocidas por los trashumantes. Porque la trashumancia fue, durante mucho tiempo, una de las actividades que más gente atrajo al valle del Iregua. Cuando caen las primeras nieves en el valle, los bosques de Villoslada compiten con los Lumbreras en ser los primeros que se visten de blanco.
De un modo u otro el río marca la vida de todos los que viven en el valle, por que el río es hilo que les vincula esa manera de entender la vida rural. Así se entiende como el viejo puente de Torrecilla en Cameros sobre el Iregua parece un "photocall" de la historia para los tiempos modernos. Una foto, un grupo y ese sonido libertario que transmite un río cuando tiene carácter. Así es la vida cotidiana en este pueblo que ha hecho de lo diario un ejemplo de ritmo rural.
Aquí se sabe vivir. La conversación sobre el precio de las patatas de la nueva cosecha es compatible con el descanso de un ciclista que ha recuperado el tramo de la vieja carretera LR-330, casi convertida en un paseo fluvial por la orilla izquierda del río.
Atrás queda la época de cuando el pueblo fue una potencia textil, o cuando miles de ovejas subían camino de los pastos más frescos en verano. Hoy hay otra manera de vivir, pero la historia tiene sus peajes, como bien se demuestra en el Centro de Emigración Riojana.
El gran personaje del pueblo y de la zona es Práxedes Mateo Sagasta (sala de exposiciones Sagasta), ingeniero, periodista y gran orador. La sala dedicada al político, que se encuentra en una planta museo del ayuntamiento, es una estupenda oportunidad para conocerlo más de cerca a través de una exposición permanente que muestra todas las facetas del famoso liberal.
Por supuesto, que también tiene un mirador natural con ermita incluida, que sigue siendo el lugar favorito para la boda soñada. La Ermita de la Virgen de Tómalos tiene todos los requisitos para una parada larga. Los árboles se agarran a las paredes rocosas del otro lado de río. Buitres y milanos eligen sus líneas de vuelo sobre un brutal cielo azul y en el río algún pescador se prepara para echar la caña, sabiendo que es más importante el rato de tranquilidad que las capturas de esa tarde.
Un poco más al este, y muy cerca del embalse de Pajares, se encuentra Lumbreras de Cameros, con sus casas con escudos y la iglesia de San Bartolomé, del siglo XVI y XVII, toda levantada en piedra. Aún un poco más al este, los devotos acuden a la ermita de la Virgen de la Luz de la Venta de Piqueras, que acoge la sede de la Hermandad de las 13 Villas y recuerda el valor que tuvo la trashumancia para estos pueblos en el centro de interpretación de la Trashumancia.
Pero si seguimos el curso del río Iregua desde Villoslada de Cameros, el siguiente pueblo que se alza ante nosotros es Villanueva de Cameros, salpicado de casas serranas, donde los visitantes acuden a conocer la iglesia de San Martín, también conocida como "la catedral de los Cameros", y la ermita de Nuestra Señora de los Nogales.
Después, dominados por la piedra y rodeados de cultivos de cereales que forman campos perfectos para los aficionados a la cámara, encontramos Pradillo, con buenos ejemplos de arquitectura popular. Es un lugar de referencia para los aficionados al turismo Rural. En verano, el festival de Almazuelas es motivo de encuentro para todos los de pueblo. Y por supuesto siempre hay tiempo para un vino en cuadrilla o un partido de pelota en el frontón, sentados en los bancos de piedra cubiertos con azulejos publicitarios. A la hora de comer no faltan los platos de cuchara y ese pan hecho en casa en los viejos hornos que muchas casas particulares cuidan con mimo.
Aunque hay que desviarse de la carretera general, merece la pena subir hasta Nieva de Cameros. En verano, posiblemente la primera persona que encontrará sea a Rafael cuidando su huerto.
Este huerto es mi vida y me encanta pasar las mañanas entre los surcos... Y viendo todos los que vienen al pueblo...Rafael
Pocas veces vamos a descubrir una huerta que merezca el título de jardín, pero la suya entraría en esa categoría. Los surcos de patatas, lechugas, alubias o pimientos parecen plantados con tiralíneas y hasta la profundidad de cada línea parece diseñada con láser.
Los territorios de los Cameros Nuevos tienen aún muchos más tesoros que mostrar a quienes se encuentren ávidos de paisajes naturales que enmarcan originales pueblos. Empezando por el que inició estas líneas, Nieva de Cameros, muy famoso entre los grandes y expertos recolectores de setas y por donde discurre el GR-93, que permite darse un regalo a los amantes de las buenas caminatas.
Disfrutar de otra iglesia dedicada a San Martín, de la ermita de la Virgen del Collado y de las ruinas del castillo conocidas como "Cueva de los Moros" es casi obligado.
Hasta principios del siglo XIX, una de sus aldeas era El Rasillo de Cameros. Este pueblo fue pionero en el inicio del Turismo Rural de la Rioja, y hoy una parada imprescindible para deleitarse con la naturaleza que crece entre el pantano y la montaña. En ella se levanta la románica ermita de San Mamés, reconstruida en 1815, y también es quien acoge el club náutico en el pantano González Lacasa, perfecto tanto para los deportes acuáticos como vela, windsurf y piragüismo – durante muchos años se celebró la única competición de traineras en agua dulce, denominada "Bandera de la Rioja"- como para la pesca de la trucha. Pero El Rasillo también es muy popular entre quienes practican montañismo y escalada, ya que la Peña Zapatero reúne todas las cualidades para el disfrute de estos deportes.
Cada pueblo tiene un reclamo. Almarza de Cameros, con su iglesia de Nuestra Señora del Campillo; Pinillos, en la margen derecha del alto valle del Iregua; y Gallinero de Cameros, por donde discurre la vía romana del Iregua, porque, aunque la romanización fue escasa en la zona, caminos de esa época que unían las ciudades romanas de Varea y Numancia recorren la comarca.
En Nestares son muchos los que van hasta el Roble Gordo, abrazarlo y sentir su energía después de superar las piedras que lo protegen. Y si vamos hasta Ortigosa de Cameros hay que contemplar su conocido Puente de Hierro, desde la ermita de Santa Lucía, y hacernos una foto en sus soportales, sobre todo los días de lluvia, después de hacer otra foto perfecta del pueblo al atardecer desde la sinuosa carretera de viene del Puerto de Peña Hincada.
En su día un referente en el desarrollo de la Mesta y hoy muy popular por sus espectaculares cuevas, con estalactitas, estalagmitas, columnas y otras formaciones calizas, en el monte del Encinedo. Antes de irnos, seguro que podemos comprar algunos de los quesos que hace Alicia Fernández, con la leche de las 180 cabras de Matías Mogliner.
En Roca de Cabra elaboramos quesos para los que buscan un producto de calidad y artesano. Los quesos, nuestra mejor tarjeta de presentación.Alicia
Volviendo al cauce del Iregua, nos acercamos a Viguera, con su mirador sobre el verde valle, y Nalda, a las faldas del Moncalvillo y rodeado de un paisaje extraordinario que domina el valle oriental. La recuperación del Castillo y el ser la puerta de los Cameros Nuevos es un valor añadido.
Por eso, todo el entorno es un lugar muy especial puesto en valor en los últimos años, y buen ejemplo de un nuevo turismo rural en La Rioja. El Iregua y su tramo junto a la N-111 es un maravilloso sendero natural. Un lugar para entender el ocio de un modo diferente. El criterio de tiempo y espacio cambia cada día, porque siempre hay algo nuevo que descubrir bajo la sombra de un roble o siguiendo el vuelo de un buitre en las paredes más escarpadas que marcan el cauce del río.
El Camero Nuevo es un paraíso para los senderistas. Existen cientos de recorridos con toda clase de niveles y dificultad. El mejor recorrido para conocer la zona corresponde a la Vía Romana del Iregua, que está balizado con marcas moradas y blanca y va en paralelo al río Iregua. Actualmente el sendero está acondicionado para ir desde el Puerto Piqueras hasta Logroño, con un total de 80km. El recorrido completo son seis etapas con una variante en la etapa dos.
Evidentemente pasa por los pueblos cercanos al río: San Andrés, Lumbreras, Villoslada, Peñaloscintos, Ortigosa, Villanueva, Pradillo, El Rasillo, Montemediano, Torrecilla y Viguera. Existen algunas modificaciones que facilitan el recorrido en MTB o a caballo.
Los que buscan un reto personal saben que la subida hasta el Pico Cebollera es una excursión perfecta. Con sus 2.142 metros, es un recorrido típico de montaña que nos obliga a tener una cierta preparación física y un equipo adecuado. Las vistas sobre la provincia de Soria y La Rioja son el merecido premio.
Mucho más fáciles son los senderos que nos ofrece la Finca de Ribavellosa, en el término de Almarza de Cameros. Ocho senderos en un enclave natural de 200 hectáreas son perfectos para disfrutar a pie o en bicicleta. Esos caminos recorren hayedos, encinares y quejigares con numerosos paneles explicativos.
También podemos encontrar numerosas rutas circulares desde pueblos de tradición senderista como Villoslada, Torrecilla y Pradillo. Muchas de estas rutas eran usadas por los pastores y sus rebaños. Hay recorridos emblemáticos como la subida al Mojón Alto desde Villoslada o el Sendero de Pajares.